'La paz está en cada paso'

Vietnam

Juanse Ramírez

Situada 540 kilómetros al sur de Ha Noi, Hué forma parte de la principal ruta turística de Viet Nam, la cual se puede recorrer en autobús o en el Tren de la Reunificación que corre desde Ha Noi hasta Ciudad Ho Chi Minh (Saigón).

Dicho esto, pasamos a la historia. Tras varios días de frío en la moderna capital, salimos en la noche en un autobús camino a Hué. La próxima mañana llegamos listos para visitar los palacios, La Ciudad Prohibida, el Citadel y las pagodas, pero esa no era la razón principal de nuestra visita.

Thich Nhat Hahn es un gran maestro vietnamita del budismo Zen. A principio de la década de los sesenta fundó una organización en el sur de Viet Nam para ayudar en la reconstrucción de viviendas, establecimiento de escuelas y centros médicos para los afectados por los conflictos bélicos en su país. Pocos años después viajó a los Estados Unidos para exhortarle al gobierno estadounidense que retirara las tropas de su país y pusiera fin al infierno que vivía su gente y los soldados involucrados. Su esfuerzo y dedicación por la búsqueda de una solución pacífica fueron notados por el Dr. Martin Luther King, Jr. quien nominó a este "tierno monje de Viet Nam" al Premio Nobel de la Paz en 1967. Al intentar regresar a su país natal en 1973, el gobierno comunista prohibió su entrada y desde entonces vive exiliado en el sur de Francia. Al día de hoy, continúa dedicando su vida a los movimientos por la paz y promoviendo la resolución de conflictos por vías pacíficas.

En busca de este legado de paz vinimos aquí. Fue precisamente en las afueras de Hué, en la Pagoda Tu Hieu, donde un joven Nhat Hahn fue ordenado como monje. Veníamos tras sus pasos. Veníamos a "sentir la paz".

Después de un café de prensa y un par de croissant, caminamos hasta la esquina para alquilar un par de bicicletas. El precio es razonable (20,000 dong = $ 1 por bicicleta), pero el desgaste es evidente, como al bolsillo conviene nos llevamos dos vestigios oxidados.

El tráfico y el gentío van disminuyendo mientras nos alejamos del centro. La mañana todavía está fresca. En las afueras de la ciudad nos reciben miradas sonrientes y gritos de bienvenida que nos acompañan por un recorrido entre pequeñas pagodas y monumentos a héroes caídos.

Al pasar frente a una diminuta pagoda notamos que en la acera contraria hay un mar de varitas de incienso iluminadas por el sol; un marco esperando ser capturado.

Aprovechamos la oportunidad para comprar un puñado de...

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