Pedacitos

Félix Jiménez

A M. y J.F.

Con gloriosa quietud, Marguerite Yourcenar en "Memorias de Adriano" habla desde el alma del emperador que se despide de la única vida que conoce. Su médico, Hermógenes, ofrece los cuidados propios al sexagenario, pero Adriano sabe que hay cantos de su vida que ya no le pertenecen, que son de otros, y que hasta sus pasiones -la cacería, la natación, las batallas, el Antinoo de su cuerpo y corazón- están fuera de su alcance. Su cuerpo le dice que algo ya le falta y que más cosas le faltarán. Esparcido en vida, convoca a la memoria.

Así se vive: en la dispersión y desde ella, a la que el cuerpo y las emociones se acostumbran con reticencia. Mis cantos se encuentran en los lugares más dispares: New Haven, Nueva York, Atlanta, Washington, D.C., Dallas, Toronto, Buffalo, San Francisco, Madrid, La Coruña. Algunos los he esparcido yo; otros han sido tiernamente empacados en la maleta de los que se separan por un tiempo, o por toda la vida. Algunos ni saben que yo tengo un pedacito...

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