EL OTRO PEDRO PIETRI

Por Carmen Graciela Díaz.Especial El Nuevo Día

Foto suministradas por Adál Maldonado

Ese señor vestido de negro, de melena rizada, de sonrisa grande, con guantes y una maleta, invita en los recuerdos a la cercanía; llamarlo Pedro aunque se trataba del mismísimo Reverendo Pedro Pietri, el icónico escritor que con su sarcasmo, activismo político, el performance de su obra y personalidad sigue sonoro pese a su muerte el 3 de marzo de 2004 a los 59 años por un cáncer de estómago.

Voz de la diáspora boricua con su poesía y dramaturgia, un tributo al legado de quien nació en Ponce y llegó muy niño a Harlem, lo trajo a la memoria colectiva el miércoles en La Respuesta en Santurce. Sus letras son del mundo por las traducciones que han tenido y al leerlo uno siente que lo conoce, pero hubo quienes conocieron verdaderamente al ser humano tras el artista.

"Pedro dejó un hoyo profundo. Pero Pedro va a vivir por siempre. Es nuestro genio, nuestro Shakespeare. Era único. En mi vida lo extraño mucho y el movimiento poético aquí también, 'you know' ", afirma uno de sus amigos entrañables desde comienzos de los años setenta, el poeta nuyorican Jesús Papoleto Meléndez.

La de ellos fue una amistad que coincidió con el nacimiento del Nuyorican Poets Cafe en el East Side, en las reuniones de poesía, bohemia y arte en la casa del escritor Miguel Algarín que desembocaron en el centro cultural del que ambos fueron poetas cofundadores.

"Pedro amaba Puerto Rico por lo máximo, era nacionalista en su corazón y él fue el que me llevó a ver Puerto Rico por primera vez en el 75", cuenta de aquel viaje en el que Pedro le presentó partes de Ponce como Cangrejo, de donde parte de su familia era originaria.

Fue en ese viaje que, según Papoleto, se sentaron en el Puente Dos Hermanos del Condado e iniciaron el guión de una película sobre inseminación artificial, "Jack Billy", colaboración que se repitió en varios proyectos a lo largo de sus vidas y que Papoleto piensa convertir en un libro.

La amistad de sobre 30 años entre Papoleto y Pedro tuvo entre sus páginas que el primero estuviese con el segundo en sus últimos días mientras recibía un tratamiento holístico en el Hospital Oasis de Esperanza en Tijuana, México (que no hubiese sido posible sin el apoyo de familiares y amigos para sobrellevar la carga económica), hasta su muerte en un avión rumbo a Nueva York.

"Una semana antes que Pedro falleciera, el doctor nos dijo que intentáramos llevarlo a la casa porque no iba a...

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