Películas

Carmen Graciela Díaz

Es que somos cine, cintas -de terror, drama, comedia, acción, suspenso, ciencia ficción- que andan por ahí con banda sonora incluida. Tal vez por eso es que la noche de los Óscar, como ésta en la que se celebra su edición 86, provoca millones de aplausos, corajes y satisfacciones por los ganadores, nominados y aquéllos que no recibieron nominación por las razones más comprensibles o arbitrarias posibles.

Hay una pasión inevitable ante aquello que nos convoca o lo que nos produce un rechazo al guión, al trabajo actoral, a la dirección o a la producción que nada nos causa. Sucede así porque somos personajes que actuamos y sobrevivimos en escenarios amables y hostiles, entre un inventario de sucesos que hacen que seamos, como el buen cine, puros matices.

La claqueta, esa pizarra en blanco y negro, es imperceptible pero está presente en nuestros filmes individuales y colectivos. En Venezuela, Ucrania, Siria y tantos contextos que no tienen la misma visibilidad ante sus conflictos, fisuras ideológicas, pobreza y el hambre que mata, la claqueta no deja de sonar ante tanta película alarmante.

En Puerto Rico la acción tampoco se detiene. Con la degradación de los bonos, las...

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