Pena de muerte a la pena de muerte

Por Benjamín Torres Gotay

btorres@elnuevodia.com

Lo que no han podido inundar nunca es la conciencia de un pueblo que ha dicho, una y mil veces, con absoluta claridad, que no quiere aquí ese castigo bárbaro, más propio de la época de los cavernícolas que de este siglo XXI, con todo y lo complicado que este tiempo ha resultado ser.

El tema no es encuestado formalmente a menudo. Una de las últimas veces, en el 2005 por la firma encuestadora Gaithier, el 68% de los boricuas dijo que no. Pero la encuesta más certera de todas la hemos tenido ya dos veces, cortesía de la fiscalía de Estados Unidos en San Juan, en las salas del tribunal federal de Hato Rey.

En el 2005 y en el 2006, dos jurados puertorriqueños tuvieron la oportunidad de mandar a inyectarle químicos letales a tres compatriotas suyos y en ambas ocasiones dijeron clarito que no. Hubo un caso también en el 2005, pero los dos acusados fueron hallados no culpables y el jurado no tuvo que ponerse entonces a decidir si los mandaba a matar o no.

La fiscalía federal, obviamente, no aprendió la lección y, a pesar de que tiene la discreción de no hacerlo, ha seguido pidiéndole al Gobierno de Estados Unidos que apruebe casos de muerte para acusados aquí.

A partir de mañana, le tocará a otros doce boricuas volver a decir que aquí superamos hace mucho, 83 años para ser exactos, el estado primitivo de la conciencia que hace a alguien pensar que la muerte hay que cobrarla con otra muerte, pues empieza el juicio contra Edison Burgos, un presunto narco de Yauco al que tienen amenazado con la lúgubre inyección letal.

Burgos está acusado de haber asesinado y hecho desaparecer el cuerpo de su novia, Madelin Semidey, quien, según las autoridades, le contaba a agentes de los federales de las aventuras de su jevo como importador de cocaína desde la República Dominicana. Burgos, según la acusación, supo de esto y la hizo desaparecer de tal manera que su cadáver nunca ha sido hallado.

Si se prueba esto, obviamente se trata de un crimen de una crueldad inusitada. Pero de ahí a que se le quiera hacer pagar bajando al nivel del asesino matando también hay un trecho, como le dijeron a los federales los puertorriqueños que juzgaron en el 2005 a Lorenzo Catalán y Hernando Medina y en el 2006 a Carlos Ayala.

Los tres también habían cometido crímenes horribles. Los primeros mataron a un chofer de un...

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