Péndulo

RAFAEL TORRECH SAN INOCENCIO

HISTORIADOR

El péndulo de Foucault desapareció hace quince años. Debe estar perpetuamente inmóvil en una caja sin etiqueta en el sepulcral depósito suburbano donde acaban las reliquias de las exposiciones y los objetos que no merecen ser expuestos. Pero su alegoría persiste. Debe haber alguna ley de Física que predisponga al ser humano y a sus gobiernos a desplazarse pendular y radicalmente de un extremo al otro. En su afán de que conste el contraste, los nuevos gobiernos se apresuran a adoptar posturas pendularmente opuestas a las de sus predecesores. Algunas son sublimes actos de justicia y de reivindicación. Pero en otras, el ansia de cambio genera remedios peores que el mal que se quiso componer.

Una rabiosa psicología de manada nos arrastra en las redes sociales a lanzar a un gobierno quebrado a re-gubernamentalizar todas las privatizaciones sin contar con los recursos para hacerlo; y a reemplazar al ocioso legislador a tiempo completo por otro nuevo subordinado a tres amos: el pueblo, el partido y su patrono. Como si no supiéramos que un animal de muchas cabezas es por definición un monstruo. Y como ésos, otros muchos péndulos por el estilo nos atropellan cada día. El ansía por gobernar no necesariamente alimenta el ansía de...

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