Pesadilla universitaria

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

De más está decir que el guión de Sonny Malhi, quien también produce el filme, sufre de abusar de una fórmula predecible. Eso es de esperarse de un filme que en la época de gloria de Hollywood definitivamente hubiera sido catalogado como un "B Movie", una producción de bajo presupuesto, sin estrellas y completamente esclavizada a las convenciones de su género. Esa clasificación no significa que el filme no puede brindar entretenimiento al público. Es precisamente en ese departamento que esta película comete su peor ofensa.

La cinta evita milagrosamente tener el aire falso de algo que ha sido diseñado para atraer la atención de los cinéfilos adolescentes, pero la producción destruye sus posibilidades de ser entretenimiento escapista en sus esfuerzos constantes por preservar la clasificación de PG-13.

Me resulta completamente preocupante señalar que lo que le hace falta a este filme es más violencia y sangre, pero resulta ser completamente cierto. Sin eso, la producción ha construido el equivalente de un vampiro que se ha quedado sin colmillos. Aunque si nos dejamos llevar por el ritmo de la trama estamos ante un zombi que se arrastra mientras persigue a su próxima víctima.

A pesar del título de la cinta, la protagonista de la historia es Sara Mathews (Minka Kelly), una joven que tiene todas las esperanzas de que su ingreso a la universidad en California marque el comienzo de la mejor etapa de su...

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