El pesebre vacío

ÁNGEL DARÍO CARRERO

ESCRITOR

Mientras duermes descubro que tu madre también fue una niña maltratada. A partir de los ocho años de edad tuvo que ser removida del espacio consanguíneo. Pero en lugar de ser protegida, pasó a ser protagonista de una macabra historia que abarca treinta y seis hogares sustitutos. En esos negocios familiares ahondaron, estiraron y diseccionaron una tragedia que nunca estuvo ausente de su vida, ni siquiera durante la tregua biológica del vientre. No deberías saberlo, pero tu madre fue violada en uno de esos hogares evaluados favorablemente por el Estado. Tu madre está en la cárcel. Paga allí por tu vida impagable. Allí también está tu abuela, acusada de mandar a matar a un compañero consensual que había violado a su hija, es decir, nuevamente, a tu madre. Nada justifica lo que hizo tu madre. Nada justifica lo que le hicieron a ella.

Aún duermes, Yeika. La oscuridad brinda vivacidad a las luces. El parpadeo rítmico insufla aliento y misterio a tu cuerpo invisible. Pero el absurdo cierra, de inmediato, la rendija de la esperanza. Tu muerte no bastó. Otros nombres vinieron después. Vino Delvis. Ahora Carlos Humberto. Apenas cinco meses de nacido. Como tú, no paraba de llorar. La mujer, el puente que nos reconcilia con el mundo, en lugar de...

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