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La gobernadora Wanda Vázquez Garced estampó su firma en el documento y declaró, en palabras desafiantes si no en tono, al menos en contenido, que "el que entienda que eso se debe cuestionar pues debe ir al tribunal". Ese era un mensaje dirigido, en lenguaje bastante claro, a un receptor en particular: el todopoderoso gobierno de los Estados Unidos de América, amo y señor del archipiélago de Puerto Rico desde el 25 de julio de 1898.Pueden decirse muchas cosas del documento en particular que firmó la gobernadora en aquella mañana del 18 de diciembre de 2019, a la entrada de La Fortaleza, rodeada de políticos, galleros y hasta un trovador que le dedicó unas sentidas coplas.Puede decirse, por ejemplo, que esa ley, cuyo pretendido fin es desafiar la prohibición federal de las peleas de gallos en Puerto Rico, no va a aguantar un picotazo en las cortes, pues está más que demostrada, en infinitos precedentes, la supremacía de las leyes de Estados Unidos sobre cualquier estatuto local.Puede decirse que todo el proceso de la ley fue una representación teatral del gobierno para hacerles creer a las personas del mundo de las peleas de gallos que algo se hacía contra la prohibición.Puede decirse, igual, que hay un millón de asuntos más importantes a los cuales dedicar las energías del gobierno. Y también puede decirse que una actividad que le es repudiable a muchísima gente, cuyo centro son dos aves matándose a picotazos y espuelazos para el deleite de quienes están mirando, no es la causa por la cual por fin Puerto Rico deba desafiar a Estados Unidos.Todo eso, y más, puede ser cierto.Pero también es cierto que es la primera vez en la memoria reciente que desde Puerto Rico se intenta desafiar formal o simbólicamente una imposición colonial de Estados Unidos y eso, nimio como parezca en este caso en particular, tiene unas resonancias simbólicas muy importantes.Hay mucha tentación de divertirse viendo al gobierno de Puerto Rico, como un gatito tratando de arañar un tigre, desafiando a Estados Unidos por las peleas de gallos.Pero la controversia ha dejado al descubierto una dificultad fundamental, crítica, imposible de ocultar, de la complicada relación de estos dos países juntados por la fuerza hace más de un siglo: que a pesar de tanto tiempo uno dominando al otro, y de las décadas que desde allá quisieron incluso imponernos su idioma, seguimos siendo dos sitios fundamentalmente distintos.Eso es obvio para muchos, pero no para otros y nunca sobran las...

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