Pintaba todos los días de su vida

Por Tatiana Pérez Rivera

tperez@elnuevodia.com

"Es el puertorriqueño a la deriva y sin rumbo", explicó Jaime Carrero.

Nadie quedó sorprendido por la respuesta de un artista que desde que inició su carrera en la década del sesenta como pintor, escritor y profesor universitario no dejó de cuestionar su mundo, atreverse a pintar lo que no se esperaba de él y hasta a aislarse en el "inxilio" (como él lo llamaba) que creó.

Lo que sí sorprendió a sus colegas fue el inesperado deceso de Carrero -nacido en el 1931 en Mayagüez- de un infarto.

"Falleció en la cátedra, pintando, exhibiendo, compartiendo sus ideas y su filosofía con sus estudiantes; esa era su vida", mencionó el profesor Humberto Figueroa, de la UPR en Cayey.

Este agregó que la familia, aún asombrada por la repentina muerte del artista que residía en San Germán y laboraba en el Departamento de Arte de la Universidad Interamericana allí ubicada, celebrará una íntima ceremonia para despedirlo.

"Era uno de los tesoros mejor guardados de la plástica puertorriqueña", subrayó Silvia Villafañe, representante del artista en la Galería Petrus. "Siempre estuvo en su creado 'inxilio', al cual muy pocos pudieron penetrar. En él conocí a uno de los mejores pintores puertorriqueños, un ser inteligente, lleno de ideas, que pintaba todos los días de su vida".

Figueroa, por su parte, resaltó que Carrero "marcó la escena de las artes" al influir en varias...

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