Pistas entre sombras

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

La realidad del caso es que aquellos que disfrutaron de la reinvención de Guy Ritchie y Robert Downey Jr. de los personajes más famosos de Sir Arthur Conan Doyle van a quedar más que satisfechos con esta secuela. La película preserva tono, la acción, el humor, el ritmo y la química irresistibles entre Downey Jr., como Holmes, y Jude Law, como Watson, y le suma un villano mucho más digno de una aventura en esta proporción comercial.

Este último elemento es el que le dará mucho de qué hablar a los puristas y detractores de esta versión de Holmes, dado a que Moriarty es el adversario más grande de este personaje y la producción lo ha reinventado para que funcione como un gemelo fraterno y perverso de esta versión del detective. Esta versión del personaje es alguien que tiene uso de toda su materia gris y que también puede defenderse en una confrontación física.

La trama del filme retoma todos los mejores elementos del filme anterior. Holmes ha estado obsesivamente siguiendo los pasos de alguien que aparenta estar supliendo a toda Europa con armas industriales que generan la plataforma bélica para un conflicto mundial catastrófico. Esta nueva investigación complica su relación con Watson, quien acaba de celebrar su boda y ni siquiera tiene oportunidad de llegar a su luna de miel antes de que su compañero lo reclute, lo lleva a cruzar caminos con un viejo amor y lo enfrenta al único antagonista que logra socavar sus famosos poderes de deducción.

Una de las...

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