Plácido Domingo a la guillotina

Hace un par de meses, en Guadalajara, el escritor chileno Carlos Franz me contaba que parecía haberse esfumado para siempre la posibilidad de que el Aeropuerto de Santiago de Chile llevara el nombre de Pablo Neruda. La polémica surgió por un pasaje en la autobiografía de Neruda donde cuenta que, viviendo como diplomático en Ceilán, hace cien años, forzó a una sirvienta, en lo que fue el encuentro sexual de "un hombre con una estatua", según lo describió. A continuación hace expreso su arrepentimiento.Neruda parece que ha tenido la desgracia de haber sido escritor y contar su vida. El aeropuerto internacional de Chile, seguirá llamándose Comodoro Arturo Merino Benítez, un caballero que, si escribió sus memorias, seguro que no fue tan sincero. Así se ha desdeñado y despachado una figura como la del poeta Neruda, quien aparte de su luminosa carrera literaria, se destacó por su abnegada lucha antifascista.Todo esto viene a cuento a raíz de la noticia que incluye al tenor Plácido Domingo en la lista negra de los apestados. Lo de Domingo habría ocurrido en décadas recientes.Pero puedo dar fe de una cosa: en los años setenta, las jovencitas amantes de la ópera, luego de la función, corríamos "backstage", donde recibíamos el autógrafo, un apretoncito y un húmedo beso de Plácido. Para eso íbamos.Marta Ornelas, su mujer de toda la vida, aparecía por detrás como un gendarme y enseguida se acercaba para espantar las moscas. Una de mis acompañantes, un día, le pidió a Plácido el pañuelo con el que se enjugaba el sudor. El tenor le dijo: "Pero si está sucio…". La muchacha alegó: "Justamente por eso lo quiero". Eso fue una declaración de amor, y de no haber estado la intuitiva esposa velando al personal, no sé cómo habría terminado la historia. Plácido Domingo, por supuesto, le regaló el pañuelo, que si ahora no quiere, luego de las acusaciones, me lo puede dar, que no tengo problema con adorarlo.Si a los cubanos les dicen que tienen que arrancar el nombre de José Martí del Aeropuerto Internacional de La Habana, hay otra revolución, más sangrienta que la de Fidel. Martí nunca dijo, como Neruda, que hizo el amor con una estatua, pero sí lo hizo con una menor. Cuando la famosa Niña de Guatemala muere, no tiene ni 18 años. En La Habana siempre corrieron rumores de la verdadera causa del deceso de la hija de un expresidente guatemalteco, a la que Martí conquista cuando él ya tenía horas de vuelo, comparado con la muchachita. Martí escribe, refiriéndose a su...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR