Plástico

Rosa Mercado

La cajera anuncia el total. El cliente saca de la cartera un pedazo de plástico y espera, con la impaciencia disimulada de un jugador de póquer, que la tarjeta de crédito sea aprobada. Detrás del hombre una fila interminable de gente en su misma situación. Gente, que mucho me temo, no se han detenido a preguntarse si haría un préstamo para comprar una olla, un estuche de maquillaje, un perfume, un teléfono celular. Si se detuvieran a pensar: ¿yo haría un préstamo al 18% de interés para comprar un perfume? ¿Cuánto pagaré finalmente por este teléfono si lo cargo a la tarjeta y pago el mínimo mensual? Pero no se detienen a pensar. Sacan la tarjeta de crédito en piloto automático.

Y en procesión fueron el viernes a las ventas del madrugador. Y un hombre falleció a consecuencia, dice el parte de prensa, de un mal rato. Un hombre diabético, hipertenso, el padre y el esposo de alguien que lo extrañará y que tal vez le dijo, no te metas en esos revoluces. Pero ese hombre, que es un poco todos...

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