Plebimitos

ANA LYDIA VEGA

ESCRITORA

Pero la culpa no es huérfana. Por no acabar de meterle mano al asunto, seguimos encajándoles el karma a los pobres boricuas del futuro. Perdón: "del futuro" es mucho decir. En unas cuantas décadas, la deserción masiva hacia la Florida podría vaciar de gente esta isla y dejársela a las dos o tres iguanas que hayan sobrevivido al holocausto del gasoducto.

Aparte de la indiferencia bostezante que suscita el dilema, siempre hay buenas razones para posponer su solución. En tiempos de bonanza, la idea ni nos roza las neuronas. Sólo a un loco se le ocurriría llamar al diablo cuando ni su propia madre quiere verlo venir. En tiempos de penuria, tampoco hay ambiente.

Con una crisis económica de siete pares y una guerra civil que entierra casi a un millar de personas al año, ¿por qué perder el tiempo discutiendo semejantes necedades?

Lo peor es que lo son. Y no es porque el problema carezca de importancia. Es que los políticos lo han banalizado con su asqueante chantaje cuatrienal. Cada vez que el quiosco se les tambalea, abren las trincheras ideológicas para engatusar a la feligresía rebelde. Y vuelven a estatuficarnos hasta el tuétano a sabiendas de que a ninguno de ellos le importa un divino el desbloqueo del tranque ancestral.

Existe una obvia complicidad de intereses entre Estados Unidos y Puerto Rico. Si a los de acá el estatus no les quita el sueño, ¿cómo no les va a resbalar a los de allá? Nadie está acostándose a lo Gandhi frente al tren urbano para exigirles un cambio. Nadie está fletando aviones para ir a jorobarles la paciencia a los cangrimanes de Capitol Hill. La filosofía oportunista del pájaro en mano desemboca en la parálisis del "non meneallo".

Para los americuchis, negocio redondo: lo que reparten en dádivas paternales lo cosechan en ganancias mercantiles. Para nosotros, banquete de migajas: cualquier escrúpulo patriótico se ahoga en el tsunami de fondos federales. Por eso, el que grite colonia pierde aunque se esté cayendo a cantos el País. De ahí el éxito arrollador del estadolibrismo, esa especie de suspensión amniótica en la que chapoteamos hace más de seis décadas.

Así las cosas, no resulta extraño que la Administración Obama haya bajado con un informe tan favorable al limbo territorial. No cabe duda de que sus planes contemplan la rehabilitación del moribundo ELA. Para eso, necesitan una consulta que lo revalide...

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