Popcorn

Félix Jiménez

Esta es la geografía de la ira, diría Appadurai, y con razón. Una versión microcósmica y brutal de la batalla por el mítico "futuro". Hay grupos subgrupos, antigrupos y post-grupos en una batalla incomprensible e inestable que revela la furia que se erige como pared entre la permanencia y el cambio. En un panorama así, donde el absurdo es regla y una sola palabra insustentada basta para acusarte, todo el mundo es sospechoso de algo y, por lo tanto, culpable de algo. No queda nadie que pueda pasar revista de las acciones del otro.

Despedazarse, al parecer, es la única opción posible. Todos los grupúsculos buscan presentar la verdad como mentira, llegar a administrar una tiranía semicoherente que engañe, que les parezca democrática a sus seguidores. Y abren la boca para detonar redes de relaciones desestabilizadoras.

Héctor O'Neill reescribe a Borges: Un jardín de papeletas que se bifurcan. Thomas Rivera Schatz ha construido en la imaginación un Salem caribeño, sembrando...

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