Los porqués de una colección real

Por Tatiana Pérez Rivera

tperez@elnuevodia.com

El acto de conformar colecciones de arte en el seno de la monarquía cobra interés ahora que el Museo de Arte de Ponce mantiene su muestra "Del Greco a Goya, obras maestras del Museo del Prado", repleta de piezas que ejemplifican el coleccionismo real español.

Sobre ello disertó el especialista español José Luis Díez García, miembro de la Real Academia de la Historia y jefe de Conservación de Pintura del siglo XIX en el Museo Nacional del Prado en España, orador invitado al Programa de Conferencias Magistrales. En la sede ponceña del Museo presentó la charla "Reyes coleccionistas, el origen de un legado universal", auspiciada por la Fundación Banco Santander.

Una colección hablaba de su rey, contaba Díez, y demostraba "el nivel de su poder político y, sin duda, intelectual".

"Si pensamos en modelos de coleccionismo italiano, que no es tanto de reyes sino de señores territoriales, era primero una cuestión de poder intelectual y se asociaba también con el poder político y físico sobre las cosas. Hacerse con grandes piezas o colecciones que habían sido de otros reyes -y estoy pensando en Felipe IV cuando compra la colección del rey Carlos I de Inglaterra- es un ejercicio de decir 'aquello que fue del rey de Inglaterra hoy es mío' ", señala Díez.

Este enfatiza que el coleccionismo real mezcla dos aspectos, "la voluntad coleccionista e intelectual de ir recuperando obras emblemáticas de artistas emblemáticos y, a la vez, el mecenazgo de artistas vivos".

Existieron los reyes españoles que fueron mecenas -Velázquez pintaba para Felipe IV- y otros eran "ávidos coleccionistas". "Iban rastreando casi de forma detectivesca dónde estaban las colecciones y presionaban a embajadores y virreyes para que las consiguieran para sus colecciones reales", manifiesta Díez.

Maniobras políticas entraban en acción. "Por ejemplo, para ganarse el favor del rey, el virrey de Nápoles consigue tal cuadro de Rafael o de Tiziano que le sirve de pasaporte para abrirse camino en la corte. Entonces, grandes cuadros son consecuencia de gestiones diplomáticas presionadas desde la propia corona para conseguir el favor del rey. Podían ser cartas de presentación o recompensas por cosas como nombramientos", indica el historiador.

Un ejemplo claro está en la obra "El pasmo de Sicilia (o Caída en el camino del...

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