Porvenir

MAYRA MONTERO

ESCRITORA

Yendo a otra cosa: el artículo publicado por este diario en torno a los posibles cambios en el PAN, con la pretendida reincorporación de Puerto Rico al llamado Supplemental Nutrition Assistance de Estados Unidos, es para enmarcarlo por alucinante.

El nivel de enajenación es tal que algunas personas reaccionaron más que airadas cuando se les preguntó por lo que pasaría si tuvieran que invertir toda la ayuda en alimentos, prescindiendo de la suma que reciben en efectivo. Los entrevistados coincidieron en que esa cuarta parte que les dan en billetes no les alcanza para nada. Si acaso para pagar la luz, el agua o el papel toalla. O para pagar internet, celular y toallas sanitarias. Hubo una que admitió que lo usaba para gasolina. Se expresaban así con naturalidad, como si fuera obligación del Estado (del de allá o del de aquí, da igual) cubrir esas necesidades.

La culpa no es de ellos. En verdad nadie les ha explicado que el PAN está diseñado para garantizar la nutrición de unos ciudadanos que viven en el umbral de la pobreza y no pueden abastecerse por sus propios medios. Pero el papel toalla es un lujo. Y el celular también. Y en cuanto al agua y la luz, tendrán que ver cómo los pagan, pero el PAN no es para eso.

Está tan arraigada la cultura del merecerlo y recibirlo todo, que asusta pensar en lo que pasaría si a la larga recortan esos beneficios, o simplemente eliminan el privilegio de recibir una cuarta parte en efectivo.

No voy a entrar en las especulación sobre lo que se gastan algunos en lotería electrónica, cigarrillos o alcohol. Eso ya es otro tema. Lo grave aquí es la mentalidad de una buena parte de las 640,000 familias que reciben el PAN, y cuyos niños y jóvenes van creciendo en un mundo vegetativo, persuadidos de que esa tarjetita sirve para comprar comida, sí, pero también para que el padre o la madre los complazcan en algún capricho.

Al intentar una negociación en Washington para que Puerto Rico se integre a la fórmula que rige en los 50 estados y también para las Islas Vírgenes, ofreciendo a cambio unos ajustes que podrían suponer la eliminación del efectivo, se desata la indignación de los supuestos perjudicados, y con ella el chantaje. Protesta todo el mundo, hasta el dueño de una gasolinera, porque se da por sentado que esa cuarta parte es para gasolina.

Ni que decir tiene que a ningún político se le...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR