La praxis del sálvese quien pueda

Por Benjamín Torres Gotay

btorres@elnuevodia.com

Parecen palabras rimbombantes refieriéndose a apenas un triste maleante de los que ha habido tantos antes y habrá tantos otros después. Mas, al examinar con cuidado las circunstancias que lo llevaron esta semana a la sala del juez Fusté veremos cuánto malo sobre nuestro país nos dice la historia de este individuo.

Por once años, Colón de Jesús, alias Marcian, estuvo burlando a las autoridades, que lo acusaron siete veces de graves crímenes, tres de ellas por asesinatos, sólo para verlo después volver a la calle como si nada, con su enigmática sonrisa de siempre y los manerismos despreocupados de quien sólo espanta una mosca que intenta perturbarlo.

Los testigos que con mucho afán los fiscales y la Policía ponían a disposición del tribunal en contra de Marcian desaparecían de la faz de la tierra o, si aparecían, daban versiones totalmente diferentes de las que en principio hicieron pensar a las autoridades que eran buenas para condenarlo.

Tal parece que a nadie se le ocurrió nunca volver a citar o buscar al testigo desaparecido o reclamarle al que aparecía por qué cambiaba su versión. Y como tal parece que en Puerto Rico la única manera de probar un crimen es contar con una persona de carne y hueso que haya presenciado el acto con sus propios ojos, los casos se caían así de fácil y el acusado volvía a las calles a hacer de las suyas.

Este caso ilustra como pocos que hayamos visto recientemente el gravísimo problema de la debilidad institucional que agobia a nuestro país, que tiene sus manifestaciones más severas en el decrépito sistema de ley y orden, pero que queda expuesto también en muchas otras instancias de la vida oficial.

En las democracias, las instituciones deben servir para hacer cumplir las leyes, para poner orden, para que todos sintamos o creamos que somos iguales ante la ley.

Mas en Puerto Rico, demasiado a menudo se da la impresión de que las instituciones o no sirven o están al servicio de quien tenga maneras (extorsión o intimidación, por ejemplo) para hacerlas actuar a su favor, o de quienes ostentan el poder econóimco o político y, con el apoyo del aparato gubernamental, actúan como si el país les perteneciera sólo a ellos o a los de su ideología.

Este Marcian es el ejemplo más reciente en lo que se refiere a la debilidad de los tribunales para encausar a...

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