'Había un precio por mi cabeza'

Aníbal Santana Merced entró al bajo mundo, a los 11 años, como un escape a los problemas en su casa con un padre alcohólico que abusaba físicamente de él y su madre.Al poco tiempo de iniciarse en el bajo mundo, Santana Merced fue capturado por un escalamiento. Fue ingresado en una cárcel juvenil en la que, por seis meses, en lugar de rehabilitarse, aprendió más sobre cómo cometer fechorías sin ser detectado y cómo adentrarse en el mundo criminal.Cuando salió de prisión, un juez otorgó su custodia a su padre, quien lo maltrataba físicamente. Él quería estar bajo la custodia de su madre. No tardó mucho en huir de su casa e integrarse aún más en el narcomenudeo. Quería escapar del infierno del alcoholismo de su padre y ayudar económicamente a los familiares que estimaba."Ahí, me introduje en el bajo mundo hasta el cuello", dijo Santana Merced, al exponer su testimonio frente a más de 150 personas que participaron en la Cubre de Seguridad convocada por el gobernador Ricardo Rosselló Nevares y que se llevó a cabo ayer en el Centro de Convenciones de Puerto Rico.A los 13 años, asesinaron al dueño del punto de venta de drogas en la comunidad de Guaynabo donde se criaba, lo que creó un vacío de poder que él llenó a su corta edad. Ese ascenso, sin embargo, tuvo un costo y fue la primera guerra de gatilleros en la que participó en la que vio morir a varios de sus amigos."Para ese tiempo, yo quería ser boxeador, pero la pobreza y los golpes de mi padre troncharon esos sueños", sostuvo.Tras dos años frente al punto, decidió salir de ese negocio luego de recibir una serie de amenazas de una pandilla de narcotráfico cercana. Fundó entonces una organización criminal dedicada a asaltar residencias. Quería alejarse del punto y de las amenazas constantes en su contra."Cuando empezó la nueva guerra, sabía que si me quedaba en el punto, asesinarían a mis amigos y a mí. Creé una organización que hacía robos domiciliarios. Éramos profesionales porque estudiábamos cada trabajo que íbamos a hacer", relató."Un día nos dijeron que había un millón de dólares en la casa de un comerciante. Hicimos el trabajo. Pero había un detalle grande y era que no era un comerciante normal, sino que era un narco al que asaltábamos. Pronto había un precio por cada una de nuestras cabezas. Pasé a convertirme en un asesino porque no quería morir", explicó. Al poco tiempo, fue arrestado por los asaltos.Santana Merced indicó que las...

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