Procusto y Oscar

ÁNGEL DARÍO CARRERO

ESCRITOR

Los mitos, aseguraba Mircea Elíade, pueden contarnos "cómo algo ha empezado a existir, o cómo un comportamiento, una institución han sido fundados".

Procusto tenía una casa en lo alto de la colina. Ofrecía "generosamente" posada a los viajeros. Llegaba lejos en su disposición hospitalaria: les ofrecía su propia cama. Cuando el caminante, cansado del largo camino, dormía plácidamente, Procusto lo ataba a las cuatros esquinas de la cama y lo amordazaba. Al despertarse el transeúnte, comenzaba el clímax de su perversión creativa. Si la víctima era de gran estatura, Procusto procedía a cercenar las partes del cuerpo que sobresalían: los pies, las manos o la cabeza. Si, por el contrario, la persona era de baja de estatura, la maniataba y la descoyuntaba a martillazos hasta estirarla al tamaño exacto de la cama. Lo cierto es que ninguna otredad se ajustará nunca a las medidas de Procusto. Teseo es aquel que terminará dándole a Procusto de su propio veneno.

El sistema carcelario nunca ha tratado de estirar a Oscar, pero sí ha buscado, por todos los medios, recortarlo, rebajarlo. Demasiado grande el tamaño de su dignidad. El libro relata en minucioso detalle los macabros e inverosímiles intentos del Procusto carcelario para cercenar su espíritu libertario, pero también habla de la resistencia de Oscar y de su filosofía de vida, que supera la del mito.

"Espiriticidio", es la palabra que acuña Oscar para describir su experiencia carcelaria: un proceso continuo de deshumanización, de aniquilamiento del espíritu. "No puedo -relata- ni por un instante perder de vista la mirada siniestra y ubicua de los verdugos que como depredadores solo buscan el momento oportuno de cometer espiriticidio". Pero Oscar ve aún más lejos: "la deshumanización que sufrimos los presos por parte de los carceleros, también afecta a los esbirros, deshumanizándolos, transformándolos en bestias".

Oscar no está interesado en conquistar al lector a través de lo que él llama, atinadamente, un "sentimentalismo vulgar", desea, más bien, dialogar con "las mentes y los corazones de aquellos que aman y buscan la verdad".

Selecciono dos pasajes con la idea de potenciar un diálogo que debería ir más allá de plantear estrategias para lograr la excarcelación de Oscar, para establecer también la necesidad de un fortalecimiento del espíritu que nos hace dignamente humanos.

El primero narra las condiciones físicas de la vida carcelaria:

"Estoy encerrado en una celda...

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