El profesor sepulturero

JAIME PIERAS CASTAÑER

PERIODISTA

Pero no seamos simplones ni clasistas; todos somos iguales. El problema es de la cultura en general, no sólo de "esa gente". La hostilidad que demostramos en nuestros quehaceres evidencia un país en donde la civilidad y el discurso elegante se han perdido. Creemos que ya estamos curados de espanto porque las noticias de crímenes ya no nos llevan a suspirar de espanto.

Pero no es así. Me acuerdo siempre de una entrevista que se le hizo a un príncipe de la dinastía que gobierna Arabia Saudí en la que relataba con cierta perplejidad cómo Saddam Hussein le decía que la única manera de solucionar las molestias que solían causar los enemigos era matarlos a todos.

Claramente, Saddam no le tenía respeto a la vida. En el Barrio Pájaros no la tuvieron y tampoco la tuvo el enfermo que roció a la familia con gasolina antes de prenderla en fuego. Pero, no nos detengamos en los relatos sobre los pobres diciendo que "esa gente" no respeta nada.

Acabo de ver con cierta pena una columna del profesor Luis Rafael Rivera de la facultad de Derecho la Universidad Interamericana, a quien hace años conozco.

Sé que la naturaleza de la profesión legal es el intercambio de ideas y de posiciones. Hay debate y crítica en todas las esferas de esta profesión. Los abogados tienen opiniones encontradas con los jueces, los profesores en su afán por formar mentes legales critican con mucho ahínco a los casos que sientan jurisprudencia y los jueces apelativos confirman y revocan a jueces de primera instancia. Practicar la profesión legal es criticar y ser criticado. Es común que se critiquen y se desmenucen opiniones legales.

Pero cuando en la profesión legal el respeto y recato se pierden y la crítica muestra el mismo desprecio que demuestran los criminales violentos con sus víctimas, el suspiro que creíamos haber...

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