Prohí­banse los preacuerdos

ANTONIO QUIÑONES CALDERÓN

ESCRITOR Y PERIODISTA

Primero, vale que intente deshacer la percepción pública de que "si no se robó dinero" no es corrupción. La corrupción es más que eso: incurre en acto corrupto el empleado que hace de su oficina el "school supply" de sus hijos robándose papel, libretas, sobres y lápices en lugar de comprarlos en la tienda de la esquina; el que acepta de contratistas boletos para entrar gratis a espectáculos artísticos y deportivos por los que debería pagar; el que acepta "inocentes" almuerzos, comidas, bebidas, viajes u otros "gastos alegres" de asesores con quienes tiene relaciones oficiales; el que falsifica su hora de entrada o salida del trabajo para cobrar por un servicio no rendido; el que se las agencia para insertar en la nómina pública a parientes, que incluso viven bajo el mismo techo, para aumentar sus ingresos.

Ésas, y otras, son modalidades de corrupción y deberían incluirse en las felonías que condenan los estatutos anticorrupción en vigor.

Aclarado lo anterior, entro en el planteamiento puntual.

Si de verdad se quiere dar un escarmiento y hacer una contundente advertencia a los aspirantes a corruptos que salen hasta por debajo de las piedras en la administración pública, es de rigor quitar al Ministerio Público el poder de llegar a preacuerdos con abogados para reducir delitos graves de corrupción a menos graves.

Ese proceso de transacción entre fiscales y defensa alienta la pudrición de la corrupción pública y tiene, entre otras perniciosas consecuencias, permitir que funcionarios que no deberían estar en la nómina pública sino pagando a la sociedad como corresponde, continúen ejerciendo sus cargos con la mano bastante cerca de la alacena.

Pongamos por caso al alcalde popular de Dorado, Carlos López Rivera, quien mantiene su empleo en ese municipio sólo porque su abogado acordó con un fiscal, y un juez aceptó, una declaración de culpabilidad de cuatro cargos menores de "omisión en el cumplimiento de su deber" en sustitución de los ocho cargos que se le adjudicaban por...

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