Sin un protocolo para lidiar con la muerte cerebral

Por Marga Parés Arroyo

Mpares@elnuevodia.com

Aunque hay unos criterios para determinar cuándo una persona está clínicamente muerta, no hay reglas establecidas para atender estos casos. Es decir, nada indica cuál es el procedimiento a seguir luego de explicarles a los familiares del individuo que su estado es irreversible y permanente.

"Esta es una lucha de años en todo el mundo. Los tribunales no entran en el concepto de qué es vida y qué es muerte. Es caso a caso y se basa en el concepto de la prueba", sostuvo el licenciado Eudaldo Báez Galib.

Según el abogado, en este tipo de controversias se enfrentan dos vertientes: la religiosa y la jurídica. Bajo la religiosa, entra el concepto de que solo Dios es quien quita la vida. Bajo el aspecto legal, se presenta como evidencia testimonio pericial que explique si en ese cuerpo en cuestión existe o no vida. Esto, utilizando conceptos médicos.

Según explicó el doctor Abiezer Rodríguez Centeno, tras cumplir con unos criterios para declarar muerte cerebral (como daño irreversible e irreparable y falta de funcionamiento cerebral), el personal médico aborda a los familiares y les explica la situación. Usualmente, se les da un espacio para que se despidan del ser antes de proceder a la desconexión de las máquinas. De acuerdo con el neurólogo vascular, cuando hay un problema de negación o discordia entre los familiares en la decisión de desconectar las máquinas, se recurre a un mediador, como un tanatólogo. Después de un "tiempo prudente", cualquiera de las partes (los familiares o el personal médico) puede recurrir a los tribunales, quienes deberán tomar la decisión final, basada en la evidencia científica presentada por los médicos.

Para el sociólogo Manuel Torres Márquez, estas situaciones demuestran que Puerto Rico está rezagado en legislación y reglamentación para que una persona o familia puedan tomar decisiones para que ese familiar tenga derecho a una muerte digna.

"Son situaciones de un alto nivel de complejidad y en Puerto Rico, lamentablemente, hay una mentalidad muy conservadora", sostuvo.

Jorge Ferrer, director del Instituto Hostosiano de Bioética, del Recinto de Ciencias Médicas, Universidad de Puerto Rico, reconoció que un diagnóstico de muerte cerebral es muy complicado de asimilar. "Es muy difícil, sobre todo para el familiar que carece de conocimientos médicos, aceptar que ese cuerpo que ven respirando y que mantiene la temperatura está muerto. La tecnología nos permite mantener a un...

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