Puerto Rico descubre su trasero

WILDA RODRÍGUEZ

PERIODISTA

Otros jamás lo descubrirán porque su ignorancia se los impide. Pero hay un sector menos ignorante que tenía la ilusión de estar en lo correcto al pensar que haciendo lo mismo lograría resultados diferentes. Y se está dando contra el piso bien duro.

Enfrenta cinco máximas de nuestra situación que parecen no tener remedio: la existencia de un gobierno permanente entregado a los grandes intereses; la autoridad plena de la metrópolis sobre la colonia que a fin de cuentas decide por nosotros; la falta de un líder capaz de entender y articular el rumbo que le dicta el grupo; el miedo, un miedo feroz al cambio que se instala como una epidemia en los gobernantes tan pronto juran cargo, y la falta de creatividad y audacia para encontrarle la vuelta a la crisis

Ese sector triste se encuentra ahora entre el estupor y la desesperanza. Y no sabe qué hacer con el consenso que parecía haber logrado. Consenso para que se hicieran las cosas de otra manera. Consenso por el que votó el electorado. Pero el mensaje no le llega al nuevo gobernante. El único que le llega claro es el del gobierno permanente y jura que con no incomodarlo se va a producir el milagro de los panes y los peces.

Para colmo, se confirma que la unidad dentro de su partido para obtener el poder estuvo pegada con saliva. El desconcierto y la desorganización a todos niveles se hacen obvios. El miedo también.

Otros países han descubierto que los poderosos rugen porque tienen miedo a que descubran que realmente no son el dios del trueno. Al nuestro todavía le asusta el ruido sin recordar que cuando suena el trueno es porque el rayo ya cayó. Pero lo peor: el más asustado es el líder.

Entonces, de pronto el país es otra vez lo mismo que ha sido en muchos años: un país en busca de un líder. Un país en crisis, desorganizado y confundido. En el fondo sabe lo que necesita, pero...

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