Puertorro

Ileán Pérez Cruz

Se inicia el ritual con la celebración de la conquista. Que la religión y la fiesta retoman con aguinaldos, güiro y pandero, parrandas y asaltos, y trovas que van despertando al somnoliento boricua de la hibernación anual.

Y bajamos del campo al jolgorio.

Los 10 meses que preceden ese episodio temporal somos teatreros del porvenir. Lo "fakeamos". "till we make it". Pero la producción siempre cierra con la misma melodía. Engatusa los ánimos para el próximo año retomar el mismo "vaudeville" aldeano.

La cotidianeidad de esos meses previos: farsa. El día a día no ofrece guía ni caldo para probar de qué se compone el guiso "portorricensis". Unos 10 meses de fragmentos condensados en estampas con un "shade" tipo "Colores de mi tierra". Amarillo mango. Verde quenepa. Azul penepé. Rojo popular. De aquí como el coquí. "So on and so forth".

Mientras mordisqueaba este asunto, en Google ojeé a fuerza de "clics" que esta inquietud existencial ruge como escorrentía "huracanal" entre un grupo nutrido de boricuas. Tal vez esa mentirita que nos decimos todos los años, que el puertorriqueño es "puertorro" en la navidad, incómoda también a otros y levanta dudas. Es decir, lo que nos queda de puertorriqueños es un "copy and paste" de fragmentos navideños, fiestas...

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