De púlpitos y pulpitos

SILVERIO PÉREZ

HUMORISTA

Al contrario de lo que se le acusa, el arzobispo de San Juan, Roberto González, ha sido extremadamente tímido en sus declaraciones públicas. En un país donde el neoliberalismo lanza a la calle a 30,000 padres y madres de familia en medio de una terrible crisis económica, donde la brecha entre ricos y pobres se agranda y donde los asesinatos escalan cifras sin precedentes, hace falta la voz firme de un pastor que vaya mucho más allá de la mera reafirmación de nuestra nacionalidad. Aquí hay que denunciar el atropello que ha sufrido nuestro pueblo por décadas mientras una partidocracia insensible sólo aspira a ganar las próximas elecciones, aunque se fastidien las próximas generaciones. Si el arzobispo quisiera realmente dejarse sentir en la política del país, utilizaría adecuadamente los medios de comunicación que tiene a su disposición, como el Canal 13, Radio Oro y Radio Paz. Pero éstos ejercen muy poca influencia, o ninguna, en la opinión pública.

Si queremos hablar de política y no de politiquería, que es a lo que se ha prestado el Vaticano con esta investigación, deberíamos estudiar la valiente encíclica "El desarrollo de los pueblos", del papa Pablo VI, de 1967. Sé que estos inquisidores de nuevo cuño no la conocen. Si la leyeran y algo entendieran propondrían quemar al venerado papa en una hoguera. ¿Propondrían investigar a Karol Wojtyla cuando en 1964, como arzobispo de Cracovia, asumía posturas públicas en contra del régimen comunista y luego, convertido en el papa Juan Pablo II, fue la ficha clave para que Lech Walesa, líder político de la organización Solidaridad, eventualmente se convirtiera en presidente de Polonia? ¿Investigarían al jerarca de la Iglesia Católica que firmó la declaración de los golpistas que trataron...

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