¿Quééé" ¡No te oigo!

Por Mildred Rivera Marrero

mrivera1@elnuevodia.com

Aunque no es mortal, puede ser una amenaza a su seguridad e impactar negativamente su comunicación con las demás personas hasta provocar que deje de hacer las actividades que le gustan. Por eso es importante que esté pendiente a las primeras señales y que, si nota que tiene problemas para oír, lo reconozca y visite a un profesional para que lo evalúe.

Aunque no todos los mayores enfrentan esa limitación, se estima que el 30% de las personas de entre 50 y 65 años tienen problemas de audición. Esa relación aumenta a cerca de 50% para los de 65 años o más, explicó la audióloga, Marilyn Pimentel. Esta deficiencia es más frecuente en hombres, dijo la experta, quien explicó que la pérdida de audición por edad ocurre por el deterioro natural de las células del oído.

Pero, también puede suceder o exacerbarse por el deterioro que provocan en el organismo la diabetes y la hipertensión, dos de los trastornos más frecuentes en el País. Asimismo, algunos medicamentos recetados a pacientes de cáncer afectan la capacidad auditiva, indicó Pimentel.

Es también en la edad adulta que se puede reflejar daño en el aparato auditivo debido a golpes fuertes recibidos anteriormente en la cabeza, infecciones frecuentes y exposición constante a un ambiente ruidoso. La audióloga Iris Sánchez explicó que un nivel de ruido constante de 85 decibelios o más es dañino, según los parámetros de la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional (OSHA). Dijo, además, que algunas condiciones hereditarias de pérdida de audición se expresan en la adultez.

Pimentel destacó que la capacidad auditiva que se pierde no se recupera, lo cual hace más imperativo el cuidado preventivo.

"El mayor problema es que no salen y se retraen socialmente y pueden deprimirse", porque se les hace difícil entender a los demás, afirmó Pimentel. Asimismo, los problemas auditivos pueden ser peligrosos porque la persona podría no escuchar una alarma, un grito o bocinazo en situaciones de peligro.

Para evaluar la audición se hacen pruebas que miden la captación de sonidos a ciertos niveles y se usa una escala cuyo primer rango es audición normal y luego clasifica la sordera en leve, moderada, moderada severa, severa y profunda.

Esa prueba debe hacerse anualmente, igual que los exámenes de visión y otros, afirmó Sánchez. Coincidió, por separado, con Pimentel en que las evaluaciones permiten detectar a tiempo los daños a la audición y tomar medidas.

Ambas...

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