¡Quémalos con fuego!

ÁNGEL DARÍO CARRERO

ESCRITOR Y SACERDOTE FRANCISCANO

Muchos piensan que los puertorriqueños estamos sumamente divididos, pero en realidad, apegados, unos, al pasado y obsesionados, otros, con el futuro, vamos bajando hacia los mismos sótanos de la desesperanza y de la frustración.

Resulta ilustrativo que el infierno sea para Dante el horizonte donde no hay cabida para la esperanza: "Pierdan toda esperanza al traspasarme". Cuando adoptamos, como actitud de vida, este continuo "traspasar el presente", ya sea como regresión o como escape hacia un no-lugar, levantamos inconscientemente un cerco de llamas: nuestro propio infierno de sinsentido. Sólo cuando abrazamos el presente, con espíritu crítico y apasionado, se despierta en nosotros el poderoso fluir de la esperanza. E, incluso, el pasado y el futuro encuentran su verdadero valor y sentido.

Sí, nos sobra nostalgia y falso idealismo; pero va escaseando la perla más preciada: la esperanza. Algunos han llegado a metamorfosear a tiranos auténticos del pasado para venderlos, sin éxito, como ilustres héroes fundacionales. El insecto kafkiano resulta, del todo, más convincente. Otros tienen verdadera obsesión con el futurismo ensoñador. Les preocupa más la imagen que proyectamos en el más allá escatológico norteamericano que la transformación misma de la imagen. Disney es, sin duda, un universo con mayor sentido de la realidad. Otros viven simplemente de la confusión en sí misma. Depurados estilistas en estratagemas para alargar nuestra ya eterna minoría de edad. Incluyamos a los que añoran el anticipo de un presente idealizado para entonces, y sólo entonces, fundar la patria. Entonan solemnes discursos anticoloniales y soberanistas siguiendo literalmente una partitura utópica que ya supera el centenario. También están otros de más reciente factura: aquellos que aseguran estar escuchando a la realidad sin mover un solo dedo para transformarla. En vano sería describirlos.

Detrás de cada ideario político se ocultan figuras respetables que se caracterizaron por una sintonía ética y práxica con el presente histórico que les tocó vivir. Por ello, cada partido político tiene, sin duda, un valor intrínseco en las entrañas de su propuesta originaria: independencia, pan, tierra, libertad, progreso. Pero con el tiempo, lo tenemos que reconocer, estos partidos se han ido quedando paralizados, girando sobre su propio eje. Cualquier novedad significativa termina siendo aplastada por el rolo de la tradición o...

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