Adiós, querido Efraín nuestro...

Johnny R. Fernández

Los sábados acostumbrábamos reunirnos aquellos que éramos casados a compartir. Casi siempre aparecía en la casa donde estábamos un joven de Mayagüez, que era soltero y participaba del evento. Aunque no había mucha diferencia, se puede decir que lo adoptamos en conjunto, ya que era el más joven y además soltero. Siempre era agradable compartir con él , pues nos hacía reír con sus ocurrencias y sus mímicas de Mohammed Ali.

Pasó el tiempo, se convirtió en abogado, en juez de distrito, juez superior, juez del Tribunal Apelativo y, finalmente, en juez asociado de nuestro más alto Tribunal.

La Católica lo homenajeó en dos ocasiones, que recuerde, y en ambas estuve presente.

Siempre fue buena gente, sencillo con sus amigos y disciplinado. Le teníamos un apodo y en el primer homenaje al acercarme a la mesa con Roberto Madera, de Mayagüez...

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