Quince minutos de gracia

Por Tatiana Pérez Rivera

tperez@elnuevodia.com

"Sí, son adictivos esos quince minutos", sonríe, sin sacudir su timidez, Otero, artista puertorriqueño radicado en Nueva York que mañana jueves 28, a las 8:00 p.m., presenta su exposición Ángel Otero Recent Work 2012-2013, en la galería Walter Otero Contemporary Art (WOCA), situada en la avenida Constitución #402 en Puerta de Tierra. La misma continuará abierta hasta el 1 de abril.

"Tú quieres sentir eso lo más que puedas, eso es lo que apasiona de la creatividad, no es solo crear, son objetos con un mensaje o que tienen un propósito de algo más personal o físico y lo ves en ese momentito", abunda.

Solo siete lienzos incluye Otero en esta muestra que de forma simultánea transita junto a otra, Material Discovery -que abrió la pasada semana en SCAD Museum of Art, en Savannah Georgia- la cual de ahí partirá a Hong Kong.

El interés de Otero por el trabajo del pintor estadounidense Cy Twombly lo llevó a descubrir la obra de su homólogo francés, Nicolas Poussin. Sin escalas viajó la obra de Poussin a la mesa de trabajo de Otero.

"Me atrajo Poussin por la batalla que tenía entre lo que quería pintar y las reglas que le implantaba el rey tal, el patrón tal o fulano de tal. En sus pinturas buscaba maneras de balancear ambos mundos. Así que empecé a buscar la batalla, a justificarla y quise balancearlas en estas piezas como un homenaje con mi técnica, como un comentario actual", manifiesta.

Congenió Otero con Poussin muchos años después. "Siempre he confiado en mi ignorancia", reconoce, "si no conozco algo lo exploro porque eso me lleva a algún lado. Confío y desconfío de ella todo el tiempo, necesito pelea porque entre la pintura y tú existe algo y hay que ver cómo nos va y a dónde nos lleva esa pelea".

El proceso con el que Otero crea sus piezas lo ha hecho famoso. Tiene dos versiones para explicarlo: la corta es "soy un pintor que hace sus obras con un proceso de collage y óleo seco". La larga merece cinco minutos más de su tiempo.

En Estados Unidos, de donde se graduó del Art Institute de Chicago, le conocen como el muchacho de los skins porque literalmente juega con las capas de pintura seca cual si fueran pieles de un lienzo.

Las paredes de su taller en Brooklyn están repletas de planchas en plástico transparente. Brochas, pinceles, navajas y óleo también están presentes. Nada fuera de lo usual hasta ahora.

Con una servilleta de papel lo explica todo sobre una mesa. Tatuada en su dedo índice salta...

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