Quitaipón

Ileán Pérez Cruz

La oligarquía, tan digerible como un sándwich de arena, nos tiene en la quilla. Los jingles cuatrienales no paren más, no hay tímpano que los soporte ni paciencia que los aguante.

Nos largamos de la Isla o nos vamos a duelo. En donde sea y contra todo. Que nos hubiera ido mal si soltábamos la teta. Sólo hay una manera de saberlo y el temor al cambio nos tiene tiesos. El cuento viejo del status está más roído que las planchas del Titanic. Pero todavía coge pon con las elecciones. Es el cuco.

¿Quién se cree esa mentira a estas alturas? ¿Por qué nos seduce tanto hasta el punto de serrucharnos el palo de las oportunidades motu proprio? ¿Tenemos que esperar que se nos hunda el barco para tomar acción, cuando sea demasiado tarde?

Basta ya de charlatanerías, hay que repartir galletas a ver si nos espabilamos y aprendemos a caminar derechos. Los tres gatos con interés en mover el país hacia la autosuficiencia no caben en la cuadrícula prediseñada de las APP.

Y cuando ya los "baby boomers" estén enterrados y sus hijos...

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