Oír o no oír

ANA M. CHICLANA

PROFESORA UNIVERSITARIA

Las personas sordas tienen mucho que enseñarles a los oyentes. La diferencia es auditiva-verbal, no intelectual. Desde la sordera que experimentan, otros sentidos y destrezas de socialización son desarrolladas en las personas sordas que los oyentes podemos haber dejado a un lado, precisamente por tener el sentido de la audición.

El adentrarnos voluntariamente a conocer experiencias de vida de otros como si fueran, o pudieran ser las nuestras, nos permite dar un paso adelante en nuestra vida personal y profesional. Como nos recuerda el refrán: vale más prevenir que remediar. Prevenir las injusticias y el discrimen a quienes no son iguales a nosotros. La cultura de sordera, en su silencio, grita su existencia ante la sordera social que ignora su presencia y la igualdad de derechos como seres humanos.

Imaginemos si fuera un ser querido quien nació sordo o sordomudo, o lo experimentó posteriormente. ¿Qué haríamos? Oportunidad para descubrir bendiciones. Pero...

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