Ramas de la identidad elusiva

ÁNGEL DARÍO CARRERO

ESCRITOR

Para Mayra Montero, Héctor Peña y Francisco Vacas

I

Aurelia tiene dos abuelas. Una la espera en Rincón durante el verano y la Navidad con agua de cocos recién tumbados, con jugo de arándanos también del propio patio, y otros sabores extraídos de nuestra cultura borincana. La otra, de raíces indígenas, la espera los principales días festivos en Wichita Falls. Me imagino los brebajes exquisitos que le ofrendarán allí.

Al contemplar a Aurelia, descubro su magnífica identidad fluida y porosa, como la de tantos hijos de este siglo.

II

El mayor de mis seis sobrinos, Alex, estudia fisiatría en una universidad de Estados Unidos. Alex está recién casado con una joven egipcia que tiene al árabe por lengua materna. Su luna de miel fue, de hecho, en El Cairo. Ella estudia farmacia, su madre es dentista y el padre, médico. Todos provenientes de la perseguida comunidad cristiana de Egipto.

Este año mi sobrino decidió traer a su esposa a Puerto Rico, así como ella tuvo a bien conducirlo hasta sus propias raíces. La joven pareja se comunica en una lengua afín: el inglés. Mi sobrino está apenas aprendiendo el árabe, pero ya sabe susurrarle al oído: "Ana behibek". Ella asegura no hablar castellano, pero nos deja impresionados con una frase redondamente inculturada: "me encantan las acerolas". Simbólicamente el nombre del fruto de tres huesos juntos proviene del árabe: azza 'rúra.

Recuerdo el día de su compromiso. Yo estaba formalmente entretenido con el tabbouleh (ensalada de perejil y sémola de trigo), el bana ghannoush (puré de berenjenas), las sambousek (empanadas), el hummus bi tahina (garbanzos en puré con pasta de sésamo), las wara annab (hojas de parra rellenas) y la gustosa moulouhiya (sopa de espinacas). También evitaba el kibbeh (albóndigas), la shish kebab (brocheta) y los kufla (rollos de carne) porque soy alérgico al cordero. Sólo pruebo, como dice mi amiga Carmen Rita Vélez Borrás, el que quita el pecado del mundo. Pues bien, ya me acercaba a la mesa de los postres, cuando atisbé a mi hermana Lillian que abría sus...

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