El rastro del santo

Por Tatiana Pérez Rivera

tperez@elnuevodia.com

"Era un Cristo indígena, y México demostraba su orgullo por él al ubicarlo en esa misa con un papa. Me pregunté qué tallas o Cristos había en nuestras iglesias", recuerda la chispa que inició una investigación que lo llevó a distintas capillas, iglesias y catedrales alrededor de nuestro país.

Andaba en busca de las imágenes de gran formato, esas que ocupan un lugar privilegiado, ya sea en el interior o en el exterior de cada recinto.

El texto Los Espada, escultores sangermeños, del historiador y coleccionista don Teodoro Vidal, ya le proporcionaba alguna información valiosa. Imágenes de los escultores puertorriqueños Felipe y Tiburcio Espada son albergadas en las iglesias de Sabana Grande y Peñuelas, además de las del Museo Religioso Porta Coeli en San Germán.

Otros nombres de talladores -también conocidos popularmente como santeros o escultores- que sobresalen son Isaac Laboy, Luis González, Antonio Avilés y Adelino González.

"Al indagar con varios de ellos, nos percatamos de que no solo la Iglesia católica ha hecho uso de sus destrezas y creatividad, sino también la Iglesia episcopal. Hemos visto que la decisión de recurrir a artistas locales es una decisión del sacerdote de la parroquia y su comunidad. Y al venir nuevos sacerdotes a una parroquia, pues cambian los gustos y a veces se descartan o relocalizan las imágenes", explica Toste.

Ahí comienza la peregrinación de estas. Como ejemplo, pone el Cristo Resucitado comisionado a la iglesia Los Tres Santos Reyes de Aguas Buenas.

"No sé qué pasó, pero fue a parar al Colegio Notre Dame de Caguas. Está en un pasillo que da al exterior, y al conocer la importancia del trabajo y de su artesano la van a relocalizar con un nicho enorme en un sitio propio", detalla Toste.

Igual sucedió con dos imágenes de culto que halló en el almacén de una iglesia. "Están fenomenales, son un San Antonio y un San Juan Bautista. Se las enseñé a don Teodoro Vidal y me dice que son anterior a los Espada, posiblemente del siglo XVIII. Están bien esculpidas y detalladas; son, como dicen aquí, 'de buena factura', aunque hay que restaurarlas y estoy esperando evaluaciones de dos restauradores. Yo les digo siempre a los sacerdotes que no las boten; lo propio es donarlas al Instituto de Cultura Puertorriqueña o a un museo y, si las van a vender, yo les consigo dueño", asegura.

A su juicio, ponderar la calidad del trabajo de los artistas de la madera del patio debe ser una...

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