El rayo que partió a Chile

Por Francisco Vacas

fvacas@elnuevodia.com

Una madeja compuesta por innumerables hilos entre los que destaca uno más grueso, que viene a calibrarse en toda su extensión con la desclasificación de documentos de la Casa Blanca en el 2009. Once días después de la toma de posesión de Allende, el presidente Richard Nixon, en una breve entrevista de 15 minutos de la que el secretario de Estado Henry Kissinger fue testigo, le dijo al director de la CIA, Richard Helms, que el ascenso al poder del político socialista chileno y líder de Unidad Popular, era inaceptable.

En efecto, el 4 de septiembre de 1970, Allende, por la fuerza de los votos, tocaba a las puertas de la presidencia, llevando de la mano su proyecto de transformación socialista. Su candidatura obtuvo el 36.29% de los votos, frente a la del independiente, cercano al Partido Liberal, Jorge Alessandri, con el 35.76% y la del democristiano Radomiro Tomic, con un 27.95%.

Esta situación tan pareja, con un dominio inédito de la izquierda en las urnas, provocó un dilema de ingeniería parlamentaria. ¿Qué hacer? ¿Permitir la investidura como minoría más votada del socialista Allende con sus vientos de cambio, como era tradición en el Congreso chileno ante situaciones similares o recurrir a un subterfugio para descarrilar el triunfo pírrico de la Unidad Popular? La estratagema era respaldar en la cámara legislativa a Alessandri, que éste dimitiese inmediatamente, sin asumir, y convocar nuevas elecciones, donde la democracia cristiana concurriría con su caballo de batalla, el carismático Eduardo Frei.

Se impuso la línea legalista, en gran medida gracias al respaldo del ala más progresista de la Democracia Cristiana, y Allende, con gran sorpresa del mundo ante lo que esta experiencia inédita suponía, tomó las riendas de Chile. Es buen momento de echar un vistazo al cuadro general. América Latina estaba bajo el influjo de la revolución cubana y la fascinación que ejercía sobre la izquierda subcontinental y sobre los grupos de guerrilla urbana latinoamericana Fidel Castro y, en especial, Ché Guevara. Nixon era un furibundo anticomunista que alentó y adiestró a los ejércitos represivos de Sudamérica en tácticas contrainsurgentes y control de la población. Los regímenes militares financiados por Washington, proliferaron en el Cono Sur (Argentina, Paraguay, Brasil, en distintos momentos).

Nixon no se podía dar el lujo de que prosperara con métodos homologados de democracia un gobierno de izquierdas. Así...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR