Rayos de lucidez en un hablar laberíntico

Por Mario Alegre Barrios

malegre@elnuevodia.com

Ahora que mirando bien el asunto, aunque él no los celebra, Cantinflas -su álter ego- sí los cumple, o "como quien dice, así como que no quiere la cosa", que sigue estando en el mundo de los vivos donde, con su hablar laberíntico y su estampa de "peladito", se convirtió en figura emblemática de la llamada "Época de Oro" del cine mexicano.

Y es precisamente ese Cantinflas, el de las décadas de los 40, 50 y la primera mitad de los 60 -el Cantinflas "en blanco y negro"-, quien dejó una huella más profunda en la memoria de los baby boomers, no solo de México, sino de todos los países de Iberoamérica.

Si en lo general Cantinflas es parte de la crónica nacional mexicana del siglo XX, en lo particular, es decir "en el caso personal de mi misma y propia persona" -como diría el protagonista de Águila o sol (1937) y Ahí está el detalle (1940)-, suele ser referente de esas nostalgias perpetuas que el tiempo y la distancia alimentan, que jamás se apagan y que se renuevan cada vez que regreso a Guadalajara, con mis padres, y desayunamos y almorzamos y comemos mirando en el televisor -por enésima ocasión- alguna de las casi cincuenta películas que este señor protagonizó.

De vuelta a la Isla, la filmografía de Cantinflas -la mejor, la que es en "blanco y negro"- está siempre a la mano, presta para la saudade -eso que según los portugueses es más profundo que la nostalgia- y por un rato vuelvo a estar con mis padres, en Guadalajara, y más atrás -con ellos también, y mis hermanos- en mi primer hogar, en la Ciudad de México, donde los recuerdos, de tanto invocarlos, se han convertido en imágenes -también- en blanco y negro.

Por "coincidencia fortuita de la casualidad", Cantinflas nació en la misma colonia donde yo me crié, en Santa María la Ribera, barrio de clase "media media", de donde se mudó temprano al legendario Tepito, barrio de clase socioeconómica "baja miserable" y cercano al centro histórico de la Ciudad de México, lugar que sin duda fue el caldo de cultivo del personaje que antes de nacer tuvo experiencias en el ejército, en la medicina y en el mundo del box, prólogos fallidos que lo condujeron al ambiente de las carpas, con espectáculos arrabaleros.

Fue ahí, en una de esas carpas, donde Mario Moreno cinceló de manera definitiva al...

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