El reajuste de la educación

ÁNGEL CINTRÓN OPIO

PEDAGOGO

Si deseamos llevar la educación en Puerto Rico de un estado deficiente a uno de excelencia, tenemos que comenzar por enterarnos qué destrezas y conceptos los niños dominan y cuáles no. Para averiguarlo tenemos que administrar pruebas diagnósticas de primer grado a grado doce, por lo menos en las materias básicas. Ello le permitirá al maestro saber dónde el niño se encuentra en términos de destrezas desarrolladas y qué le falta para lidiar de manera efectiva con el currículo del año escolar que cursa.

La prueba diagnóstica es la radiografía que revela las fortalezas y rezagos que los niños tienen. De ser pobres los resultados de esas pruebas, no hay otra alternativa que detener el currículo y atender los baches académicos. Es preferible hacer esto y atender las necesidades reales de los estudiantes porque lo contrario es intentar que el andamio cognoscitivo del que aprende se arme sobre bases inexistentes. Ello provoca frustración a los niños y a maestros y padres de igual modo.

Yéndonos al ángulo de la exageración, pretender que un niño aprenda los conceptos que un currículo dicta, sin tener el fundamento conceptual que le permitirá conectar el contenido nuevo, es como pedirle a un nene de primer grado que resuelva problemas de cálculo. No hay manera. Que conste no estoy sugiriendo abandonar al estudiante que sí tiene las bases para cumplir con el currículo de su grado. Para ellos hay que...

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