Recreo

Sergio C. Gutiérrez Negrón

De repente, el debate público y el debate político se deshicieron en una hora de recreo universalizada, donde unos juegan a indios, otros a vaqueros, y unos pocos a la conquista del Nuevo Mundo, en la que al único negrito del salón le toca ser el esclavo (el peor papel, créanme, porque todos podían darte órdenes). De repente, tanto en discusiones casuales como en comentarios por las redes sociales y periódicos electrónicos, se oyen y leen acusaciones de "bully" (¿no es "abusador" una palabra más eficaz?), de riñas establecidas sobre el "te respeto y me respetas", "tú me das y yo te doy", el "alguien tiene que quedarse dado", y la insistencia en el "con permiso" o el "por favor".

No sé si sucederá, pero en algún momento hay que abandonar este infantilismo rampante y establecer, de salida, que la discusión política y pública sobre equis o ye asunto no tiene absolutamente nada en común con el recreo. La hora de la merienda en la escuela elemental implicaba una condición de iguales, una equivalencia en la que todos nos encontrábamos al mismo nivel: la infancia. El debate público no es nunca un terreno justo...

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