La recuperación tiene dos caras

Cuando se habla de la bancarrota de Detroit, se escucha con frecuencia que esa ciudad es eje de inversiones millonarias tras haber puesto sus finanzas públicas en orden, pero para los activistas comunitarios Jerome D. Golberg y Jonathan Roberts, la recuperación que se experimenta solo beneficia a unos pocos.Una década después de la Gran Recesión, el 33% de los hogares de trabajadores se encuentran en la pobreza; bomberos, policías y jubilados perdieron parte de su retiro y su cubierta de salud y hay familias que no tienen agua en sus casas ni siquiera para dar un baño a sus hijos antes de enviarlos a la escuela.Además, sobre 150,000 hogares han sido ejecutados, sea por el impago de hipotecas o porque no pueden pagar la contribución sobre la propiedad.Goldberg y Roberts se encuentran en Puerto Rico por invitación de la Unión Independiente de la Industria Eléctrica y Riego (Utier) para contar esa parte de la historia de Detroit. La visita tiene la expectativa de que la ciudadanía en Puerto Rico evite el futuro que suponen las políticas de austeridad que impulsan el gobierno y la Junta de Supervisión Fiscal (JSF)."Puerto Rico es Detroit en esteroides", dijo Goldberg, quien ayer participó de un conversatorio sobre la quiebra de la otrora meca automotriz. El foro se celebró en el Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico, y también contó con la participación del abogado experto en la ley Promesa Rolando Emmanuelli y del economista José Caraballo Cueto."Esta es la historia de dos ciudades", indicó, por su parte, Roberts, un egresado de la Universidad de Harvard, activista de derechos laborales y humanos.Según el creador de la iniciativa de prevención de ejecución de hogares 1500 Detroit, la ciudad reconfiguró sus finanzas, pero lo hizo a costa de los trabajadores y familias más pobres de la ciudad.Ambos activistas explicaron que las empresas y desarrolladores que han llegado a la ciudad reciben todo tipo de créditos contributivos. Mientras, miles de hogares de bajos ingresos tienen tasas contributivas que son entre tres y cuatro veces más altas que lo que sería permitido, partiendo de su valor.Detroit se acogió a la bancarrota en el 2013, cuando concluyó que no podía pagar unos $18,000 millones en deudas, incluyendo el pago de pensiones.Según Roberts, ahora la ciudad no tiene dinero para proyectos clave como sería reemplazar tuberías llenas de plomo y cuyos efectos nocivos a la salud son harto conocidos. En contraste, destacó que, tras el...

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