Regalo de vida

Por Roselyn Sánchez

Especial El Nuevo Día

Cuando comencé no era mamá... tenía muchos deseos y trabajar con niños de cierta manera me acercaba a mi anhelo.

El 4 de enero de este año, a las 3:56 a.m., me llegó ese regalo tan preciado. Recuerdo haber orado los nueve meses (¡en realidad casi 10!) que Sebella Rose estuvo dentro de mi vientre para que nuestra hija naciera en perfecta salud. Creo que ese es el deseo de todo padre y madre, que sus hijos vengan al mundo en perfecto estado y que así continúen por el resto de sus vidas.

No puedo imaginar lo que se sentirá si el mayor logro que uno puede tener en la vida, en mi caso mi hija, se me enferma. Por eso les tengo un gran respeto y admiración a todos esos padres de los pacientes del San Jorge Children's Hospital. Esa llamada, ese día, esa corazonada de que tu retoño está enfermo debe ser la peor pesadilla de cualquier ser humano.

Ahora que tengo la bendición de ser mamá, mi evento cobra un nuevo significado. Poder contribuir a que esos niños tengan la operación que necesitan, tratamiento, máquinas especializadas, ayuda psicológica y operaciones me anima a hacer lo que tenga que hacer. En este caso, correr como...

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