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Miguel Rodr?ez Casellas

Sobrevive una nostalgia err?ca, consumida por el deseo de volver a los brazos del que sigue siendo un ambiguo objeto afectivo. As?s como encapuchados y encorbatados terminan a?ndo escenarios igualmente conservadores. A un lado est?los que se tomaron un largo descanso de su proyecto revolucionario, denunciando ahora la inminente implosi?e la "provisional" zona de confort que han tornado en domicilio permanente. Al otro est?los que ya no pueden robar con el pasaporte del privilegio que los instal? una afluencia vulgarota, recurriendo desesperadamente hoy a la violencia institucional en su forma m?burda y anacr?a.

La escasez recrudece el conflicto de clases, que deja de ser una mera abstracci?on el respaldo de n?os irrefutablemente concretos. Molestan los que a?nsisten en silenciar esa conversaci?or pudor estil?ico y miedo a las consecuencias. Incordian primero los centristas, intoxicados por un mav?ue induce a so?con balances restauradores de la normalidad -la suya, por supuesto. Le siguen los populistas, airados por cosas como el cuestionamiento de la navidad y los ni?con mocos que utilizan para tapar sus...

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