El regreso de Pan Am

Por Encarnación Ezcurra/

Pero detrás de ese argumento engañosamente feminista - una crítica lo llamó "Sex and the cockpit", es decir sexo y la cabina, parafraseando la serie Sex and the City- se da un golpe certero a la nostalgia por un tiempo en que viajar en avión representaba el súmmum de la buena vida. El contraste de esa imagen con las actuales esperas, los tumultos y las medidas de seguridad no son casuales. En realidad, nada de esta serie fue hecho al azar.

El momento. Los más jóvenes considerarán la representación de época casi de ciencia ficción, incrédulos de los modos y la delicadeza que alguna vez fueron cotidianos. Pero todavía están vivitas y coleando varias generaciones que no sólo testifican su autenticidad -y hasta alguna taza de porcelana robada a bordo para probarlo-, sino que acumulan la suficiente melancolía como para querer revivirlo una hora, una vez por semana. Se emite los domingos.

Los detalles. Una de las productoras, Nancy Hult Ganis, es una ex azafata de Pan Am que estudió y luego veló para que queden reflejadas cada una de las pequeñeces que traducían esa experiencia. No sólo la certeza de que Pan Am actuaba como una extensión del departamento de Estado norteamericano en esos tiempos, sino modismos del lenguaje, más formal y amable, que hoy parecerían forzados. Arduo trabajo le costó, por ejemplo, erradicar la costumbre de mascar chicle de quienes representarían a las tripulantes, inaceptable en la educación de entonces.

Una cuota de confianza. Con una audiencia de 10 millones de televidentes en cada uno de los primeros tres capítulos, la revista Travel Weekly entrevistó a ex empleados de la aerolínea, que aceptaron y...

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