Una reina con carisma

Por Inés Capdevilla

No importa si hace 12 horas que va de aparición en aparición o si apenas descansó, en la recepción oficial de la investidura, Máxima sorprende a todos al tratar de, al menos, hablar un rato con cada uno de los cientos de invitados.

Tal es, para los holandeses, el carisma de su nueva reina que, el fin de semana pasado, en el la revista del diario Volkskrant, un ex funcionario la comparó con los Clinton; no con Bill ni con Hillary solos, si no con los juntos. Como el ex presidente norteamericano, Máxima es capaz de hablar con alguien y hacerla sentir que es "la única persona que existe en ese momento". Como la ex secretaria de Estado, es "cosmopolita".

La popularidad de Máxima parece crecer aún cuando es muy alta, la mayor de la familia real. Sin embargo, a la reina tal vez no le convenga alimentarla mucho más: esa aprobación puede ser un arma de doble filo. Mientras más aumenta, más riesgo corre de opacar a su esposo Guillermo al extremo de debilitarlo en su nuevo y heredado rol.

Otro peligro aguarda, además, a la exprincesa y a su marido: ser demasiado "cosmopolitas". A los holandeses les gusta saberse austeros y "normales". A Máxima y Guillermo les gusta tener algo de vida privada: viajar, visitar sus casas en varios lugares y estar con sus amigos, muchos de ellos millonarios. El riesgo es que, por un exceso de eso, en lugar de reyes de Holanda sean "reyes del jet set".

La popularidad de Máxima no es ninguna novedad; desde el anuncio de su casamiento, en 2001, comenzó a ganarse a los holandeses a fuerza de espontaneidad, sonrisas, y un fluido manejo del idioma. A lo largo de los años, contagió ese aura a Guillermo, que, un poco gracias a ella y otro poco a los límites y obligaciones impuestos por su madre, logró dejar atrás la imagen de príncipe más interesado en la diversión que en el trono.

El entonces príncipe creció y maduró, pero nunca recibió los niveles de aprobación o los elogios que sí le llovieron a Máxima. Así llegó a las puertas del reinado, este año, bajo la sombra de su mujer.

Sin embargo, una casa real que busca preservar su rol en medio del incierto futuro de la monarquía continental, mantener una popularidad de décadas y blindarse ante cualquier crítica, no puede darse el lujo de tener un jefe eclipsado por su mujer. Semejante escenario la perjudicaría hasta a ella.

La ofensiva real para dejar en claro quién sería el verdadero y único rey tuvo su máxima expresión en una entrevista que ambos dieron a la...

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