Reina de la manipulación

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

La película se presenta de una forma simple y aparenta no tener ningún tipo de artificio, pero ese es solo uno de los primeros trucos que utiliza el director. Este hipnotiza al público con un personaje principal memorable y no es hasta la conclusión de la cinta que se revela que toda la trama ha sido en función de crear un espacio ambivalente donde se justifica la ficción presentada como realidad.

El primer paso que da León para que esto funcione es presentar la película como un documental de las varias vicisitudes que sufre Carmina (Carmina Barrios). El público conoce a la protagonista cuando le toca lidiar con un problema que amenaza sus finanzas. La mercancía de su barra ha sido robada y por un tecnicismo, su seguro no va a cubrir las pérdidas. Pero Carmina, que le dice a su hija que va a rezar para que los santos las ayuden, tiene un plan para salir adelante y sobrevivir.

Entrar en más detalles es arruinar la experiencia de cómo Leon y su protagonista, que vale la pena mencionar es su progenitora y no tiene ninguna experiencia previa frente a las cámaras, logran seducir al espectador. Aunque de primera instancia Carmina aparenta ser una mujer agobiada por la mala suerte que rodea a su familia, poco a poco el director nos va dejando saber que este es el cuento que el...

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