Relación que da brillo al negocio

Las hermanas Gloria y Josefina González siempre han estado muy unidas, no solo por los lazos de sangre, sino porque comparten un mismo negocio: Letrán Joyeros.

La reconocida joyería, fundada por su progenitor Isidro González Corzo y otros dos socios en la década del 60 del siglo pasado, operó hasta los primeros años del presente siglo en la calle Fortaleza, esquina Cruz, del Viejo San Juan. Desde adolescentes, ambas hermanas acostumbraban ir a trabajar al negocio de su padre.

“Desde que tenía 15 años iba todos los veranos a trabajar a la joyería”, recordó Gloria, la mayor de las hermanas. Una vez terminó su escuela superior, se incorporó de lleno al equipo de Letrán, y desde entonces este ha sido su único empleo, negocio del que ahora es socia y vicepresidenta.

Josefina, la segunda de tres hermanas —la tercera y más pequeña se llama Ileana—, laboraba también a tiempo parcial mientras estudiaba y luego se convirtió en empleada regular. “Siempre nos visualizamos que estaríamos trabajando de lleno en el negocio familiar”, comentó Josefina, quien es la actual presidenta.

Su padre se mantuvo activo en la joyería hasta que le pasó el batón a la segunda generación, transición que marcó la mudanza de la joyería del Viejo San Juan a Galería San Patricio en Guaynabo. Para las hermanas el cambio fue crucial, ya que la mayor parte de sus clientes vivía cerca de Guaynabo e ir de compras regularmente a la ciudad vieja les resultaba algo complicado.

“La clientela nos siguió. Atendíamos clientes que papi no atendía y que se identificaban más con nosotras, tal vez por la diferencia generacional. Esa clientela empezó a ser de nosotras”, manifestó Gloria, al tiempo que indicó que lograron aumentar su mercado, en parte también porque el local era más accesible.

Tarea dual. Para las hermanas González, el criar a sus hijos y manejar su propio negocio no siempre fue una tarea fácil. “Asistir a las actividades de los muchachos cuando eran pequeños era un problema porque una vez llegábamos al Viejo San Juan era difícil salir de aquí, y nosotras trabajábamos hasta los sábados”, manifestó Josefina.

De hecho, de pequeños ellas se llevaban a sus hijos a la joyería los sábados. Y tal vez eso influyó en que la historia se repitiera, pues al crecer los vástagos de ambas, también se interesaron en trabajar en el negocio.

El primero que se unió fue Alfredo, el hijo mayor de Josefina, quien labora allí desde el 2007.

Las joyeras indicaron que nunca obligaron a sus hijos a...

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