EL RELATO QUE SLUMDOG NO CUENTA

Por Rafael Lama Bonilla

rlama@elnuevodia.com

Pero cuando a finales de 2008, la colorida película SlumDog Millionaire arribó a las salas de cine con su melódica Jai-ho y el revelador relato de un joven que aspira a salir de la pobreza remota, cortesía del la versión india de "Who Wants to Be a Millionaire", Dharavi se dio a conocer no solo en Puerto Rico, sino en el mundo entero.

Las audiencias, a juzgar por los $ 377 millones que generó el filme y los galardones internacionales, incluyendo ocho estatuillas Oscar en el 2009, parecieron conectar con la vida en el arrabal.

Pobreza, moscas por doquier, niños descalzos, vivienda informal, techos en zinc, pasillos angostos y oscuros, prostitutas y corrupción son algunos de los elementos que sobresalen en Slumdog.

Toda la crudeza que usted ve en la película del director británico Danny Boyle es lo que usted puede apreciar a simple vista tan pronto llega a Dharavi, con una población estimada por las autoridades del estado de Maharashtra en 1 millón de personas, aglomeradas en 525 acres de terreno.

Pero en persona, la realidad es más dura. Más cruda aún. El hedor en algunas áreas dificulta respirar. El observar infantes caminando y jugando en medio de la basura, con moscas como imanes pegadas a sus rostros color café, resulta desgarrador y capaz de conmover hasta los más duros de corazón.

Pero lo que no cuenta el popular filme es que -pese a toda esta pobreza que caracteriza el arrabal y sus condiciones infrahumanas-, la gente no se queda de brazos cruzados. Miles de habitantes no están sentados esperando a que el estado les resuelva.

Si usted tomara un cámara desde un satélite y la acercara con un zoom a la caótica ciudad de Mumbai, y siguiera acercándose al corazón de Dharavi, rápido detectaría una impresionante maquinaria de cientos de industrias; miles de negocios pequeños que producen no solo para su comunidad sino para la exportación; filas de personas cargando bolsas, vendiendo artículos, lavando, cociendo, cocinando y sudando.

En síntesis, en Dharavi hay mucha, pero que mucha gente trabajando. Personas reciclando todo desde botellas de Coca Cola y latas de pintura hasta celulares y cartones. Hombres y mujeres cociendo y pintando ropa; elaborando prendas; confeccionado accesorios en cuero e incluso elaborando detergentes hechos de semilla de algodón.

Dharavi, más allá de ser un arrabal, es un centro de trabajo. "Hay gente del norte de la India, que viene a trabajar aquí", comentó Girish...

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