Renace luego de tocar fondo

Por Rut N. Tellado Domenech

rtellado@elnuevodia.com

Así describió Ismael Díaz, un trabajador social de 60 años y residente en San Juan, lo que representó para él declararse en quiebra.

Aseguró que no fue fácil tomar tal decisión aunque su situación económica empeoraba cada vez más desde que, al divorciarse, tuvo que asumir gran parte de las cuentas porque estaban a su nombre.

"Conseguí un nuevo trabajo que me producía más ingresos, pero mis deudas iban aumentando. Tomaba prestado para pagar otras cuentas", relató. "Las deudas se hicieron más grandes hasta que llegó el momento en que mis egresos eran mayores que mis ingresos".

Con deudas ascendentes a cerca de $70,000 por concepto de préstamos y tarjetas de crédito, sin contar los constantes atrasos en pagos de luz, agua y otros, la presión de los acreedores llegó a afectarlo emocionalmente.

"Empezaron a llamarme al teléfono personal constantemente. Al final me llamaban a la oficina y hablaban con mis compañeros de trabajo. Ya todos sabían que yo me encontraba en una situación difícil", contó Díaz.

"No podía dormir. Mi sistema inmune empezó a debilitarse y yo a enfermarme con frecuencia", recordó. "Llegué a perder como 30 libras y tomé pastillas para dormir durante meses".

Pasó un año y medio desde que comenzó a confrontar problemas financieros hasta que, por recomendación de un conocido, decidió acogerse al Capítulo 7 de la Ley federal de Prevención de Abuso de Quiebra y Protección del Consumidor (mejor conocida como Ley de Quiebras).

"Yo me resistí a declararme en quiebra, pero mientras más me resistía, más me estaba endeudando", relató Díaz. "Cuando fui por primera vez a orientarme a la oficina del abogado fue vergonzoso. Allí me hicieron entender que como ciudadano la ley me favorecía, que yo merecía una mejor calidad de vida y que no era un delincuente, pues así yo me veía al acogerme a la Ley de Quiebras".

Luego de la orientación con el licenciado especializado en quiebras, en la que se examinó su situación financiera, se acogió al Capítulo 7, bajo el cual el consumidor es relevado del pago de todas las deudas no aseguradas (tarjetas de crédito y préstamos personales).

"Al radicarse la quiebra, las deudas se paralizan y no siguen acumulando intereses ni cargos por demora. Pude seguir pagando gastos normales como la luz y el agua, y...

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