Repetir

Karisa Cruz Rosado

Observo a la gente que en su mayoría, como yo, cargan sus recibos, las facturas de agua, luz, teléfono, cable, plan médico y la libreta para pagar el carro. Algunos cuentan dólares de uno, de cinco y otros sus pesetas. Esperan.

Casi tan pronto llego, lo hace también, y se coloca tras de mí, un señor con mirada contundente, con los ojos azul añil. En un principio quise ignorarlo, pues no hizo más que arribar a su posición de último, que se puso a hablar muy alto de Dios.

Sin embargo, en la medida que avanza la fila, en la medida en que él deja de ser último, este señor, que es taxista, me va cayendo mejor. Su mensaje no es del todo fundamentalista. De cierta forma me enternece y comienzo a hablar con él sobre el país. Veo lo bueno que brota de su mirada zarca. Su conocimiento crítico del entorno, en un tono populacho y bonachón.

Entonces, procede a aclarar que le vota a los que son del color de sus ojos, aunque agrega que cobarde, palabra que estalló la campaña para las...

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