Al rescate de los equinos

Por Camile Roldán Soto

end.croldan@elnuevodia.com

Bajo el brazo carga un álbum que, como tantos otros, guarda recuerdos. Lo particular de estas imágenes acumuladas a través de los años por Lisa Embree es la dureza con la que revelan un grave problema en Puerto Rico: el maltrato de animales.

Página tras página el libro de fotos de Lisa atestigua el daño terrible sufrido, en este caso, por los caballos abandonados, heridos y hasta mutilados que ha rescatado de las calles de Aguadilla, Arecibo, Ponce, Rincón y otros tantos pueblos de la Isla.

Entre las primeras imágenes del manoseado libro de fotografías está un caballo que alguien utilizó para transportar drogas. Como no expulsó el paquete le hicieron una herida en el abdomen. Sacaron lo que querían y el animal quedó con las vísceras por fuera, como un envase vacío, abandonado en la carretera.

"La gente le hace cosas terribles a estos animales. No tienen conciencia con ellos", dice como quien piensa en voz alta.

Ya con el álbum cerrado, nos invita a repasar la realidad de carne y hueso. En una finca prestada en Aguadilla su figura se abre paso a ritmo acelerado mientras entrelaza palabras con silbidos para llamar a los animales. Camina, habla y no tiene pausa. Baja del auto envases con alimento para una decena de caballos. Los soba, los regaña y ellos galopan hacia ella, unos cansados y otros ansiosos, a saciar hambre y sed. Entonces, aprovecha para presentarlos.

"Esta es una zamba 'preñá', coja de las patas de atrás. Lleva bastante tiempo aquí", dice Lisa. Acompañan a la yegua sobre una decena de caballos recogidos en calles, estacionamientos y residenciales públicos, entre muchos lugares donde la gente, simplemente, los deja. En otra finca, en Isabela, tiene otros tantos, algunos de su propiedad.

Al igual que a menudo ocurre con los perros y los gatos, por mencionar algunos animales, la gente adquiere a los caballos sin una conciencia clara respecto al esfuerzo y compromiso que requiere cuidarlos. Cuando no pueden cumplir con la responsabilidad, se cansan o se quedan sin dinero, los abandonan a su suerte, con el agravante de que, por su tamaño y fuerza, pueden causar terribles accidentes de tránsito que han cobrado vidas.

A Lisa le parece inaudito. Cuenta que su amor por los caballos comenzó desde que tiene conciencia. Su padre tenía equinos de hipódromo y en su familia era más común montar a caballo que en bicicleta.

"Una Navidad me encontré un caballo hecho cantos en Aguada. Lo iban...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR