De resiliencia a resistencia

TANQUEDE IDEASLos desastres naturales mayormente destruyen, pero también generan nuevos vocabularios que incluyen un revoltijo de acrónimos y toda clase de conceptos técnicos que los sobrevivientes tenemos que aprender y asimilar rápidamente, como el término "resiliencia". A pesar de que numerosos científicos y planificadores ambientales han definido, estudiado y debatido la capacidad de resiliencia en Puerto Rico por años, la palabra se ha popularizado rápidamente, no solo entre los círculos académicos, sino también en las narrativas de los oficiales públicos locales, en la mojiganga de los comentaristas de noticias y en los relatos de los medios noticiosos. Su notorio alcance demuestra un deseo común de querer armar una historia de superación, y revela nuestra afición por hablar con urgencia sobre la redención, especialmente luego de haber sobrevivido dos huracanes y apenas sobrellevar un período de recuperación catastrófico, marcado por la improvisación y el desdén colonial.La "resiliencia" también se ha convertido en un término casi omnipresente entre los que ostentan el poder porque les permite referirse al trauma e incesante sufrimiento asépticamente, sin sentimentalismos ni cursilerías. Con una palabra, pueden afirmar que nos cayeron a golpes, pero no nos rompieron el espinazo y notificarle al resto del mundo que vamos a ripostar y a "build back better" para revertir los nefastos efectos de un shock climatológico.Según argumentan los planificadores Larry Vale y Thomas Campanella en el capítulo final del libro titulado "The Resilient City: How Modern Cities Recover from Disaster", las narrativas de la resiliencia son políticamente necesarias porque los desastres desafían la competencia y la autoridad de los gobiernos que prometen cuidar nuestras vidas y procurar nuestra seguridad. Concebir a la reconstrucción como un relato de progreso y perseverancia ante la adversidad le sirve al estado para fortalecer su legitimidad, especialmente luego de un evento devastador que desestabiliza la infraestructura política y social. La retórica de la resiliencia, como nos recuerdan los autores, "no está exenta de la política, el interés propio o la discordia". En los períodos post desastre, los gobiernos de turno —y el nuestro no está exento— usualmente aspiran a que los ciudadanos no se quiten, que se levanten y sigan hacia delante para que no se ofusquen en la angustia que generan el desbarajuste de los servicios básicos y la avalancha de fallas...

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